¡Hey, buscadores!
He estado unos días sin colgar nada nuevo en el blog porque después del
especial de Halloween necesité un pequeño relax, jajaja. Además como subí la
historia toda de golpe el mismo día, supuse que tendríais bastante que leer.
Pero no me he olvidado de nuestra cita en cierta feria, así que hoy vuelvo para
traeros la cuarta parte de Noches de Feria ^^
Hagamos memoria... En el último capítulo, Nataly y Tom se despedían
después de pasar un rato juntos entre canciones y brownies con helado. Nataly
desaparecía por el parque y Tom regresaba a su puesto de peluches y descubría
que su nueva amiga se había olvidado su bolso, así que corre a buscarla para devolvérselo.
Pero además, os dejé una interesante
pista visual en la que parecían verse unos coches de choque... Algunos me
habéis dejado comentarios con vuestras hipótesis sobre lo que puede significar.
Sin más esperas, os presento la cuarta parte.
Espero que os guste ^^
4.
Nataly paseaba de nuevo por aquel parque que
parecía una feria, pero lo hacía de un modo totalmente distinto a como lo había
hecho unas horas antes. Si alguien que la hubiese visto llegar allí tan triste,
la viera ahora, le habría costado asegurar que era la misma. A ella también le
costaba creer que fuera el mismo sitio.
Se había alejado de la zona más comercial, donde
estaban los puestos de juego, los restaurantes, las tiendas de regalos y de
todo ese jaleo humeante y ensordecedor de los que gritaban para atraer clientes
y los que se lamentaban por perder el dinero. Y se había adentrado en la zona
de las atracciones. El cielo estaba plenamente iluminado por los carteles
luminosos y las luces de colores. Los mecanismos de las maquinas eran
atronadores, aunque no más que los gritos y las carcajadas de la gente que
disfrutaba subiendo, bajando y siendo puesto boca abajo. Pero nada de eso la
molestaba. En su mente y en sus oídos cuanto oía era la canción de Tom, incluso
se descubría canturreando algo de la letra por lo bajo cuando la gente que
caminaba hacia ella se le quedaba mirando, extrañada. Pero ella, apretaba el
osito que llevaba en las manos y seguía adelante.
No era extraño, al menos en ella, esos cambios de
humor tan extremos. Su temperamento era así. Se veía invadida por sentimientos
tan fuertes y potentes que la dominaban, pero que no duraban demasiado. Suponía
que era por eso por lo que casi nadie la tomaba en serio, ni siquiera cuando
estaba triste. Todo el mundo pensaba que si al cabo de un rato se le iba a
pasar, no podía ser tan malo.
Pero ella sospechaba que el hecho de que sus
emociones fueran tan efímeras provocaba
que fueran increíblemente intensas y por eso no podía controlarlas. No sabía
por qué le pasaba, pero lo tenía asumido. Lo peor era que no podía hablar de
ello con nadie, porque no soportaba que se burlaran de sus sentimientos. Había
aprendido a guardárselo todo para sí hasta tal punto que ahora, aunque quisiera
compartirlo, no era capaz. Y eso era lo que le había pasado con Tom: no había
sabido explicarle lo que le ocurría de verdad. Incluso cuando él había
conseguido hacerla sentir más comprendida de lo que jamás nadie había logrado.
¡Y ni siquiera la había atosigado con preguntas! Nataly había sentido que la
comprendía al instante sólo con mirarla.
Intentaba ser realista y recordarse a sí misma que
no hacía ni dos horas que le conocía. Todo lo que los unía era un momento un
tanto extraño e incómodo junto a las pistolas de agua, una charla agradable y
una canción. Y por eso sabía que la emoción que recorría su cuerpo era
peligrosamente prematura y si Nataly hubiese sido una de esas personas
templadas que poseen un completo dominio de sus emociones, habría echado el
freno de inmediato.
Pero ella no era así.
Sus sentimientos eran como los fuegos
artificiales: prendían con rapidez, y ascendían y ascendían hasta lo más alto
donde explotaban iluminando todo, para consumirse igual de deprisa. Eran
incontrolables, fueran del tipo que fueran.
La gran conexión que había sentido con ese chico
era en lo único que podía pensar mientras paseaba entre las interminables colas
de visitantes. Así fue hasta que algo llamó su atención.
Al principio, no lo entendió. Incluso creyó que se
confundía con otras personas. Los que ella miraba no podían ser los que creía
que eran porque… ¡No podían estar allí! Mas sí que eran ellos. Estaban a unos
cuantos metros de distancia, en los últimos puestos de una inmensa cola que
esperaba para subir a una montaña rusa de madera de color rojo, con un enorme
diablo en el cartel.
Se quedó paralizada, mirándoles. Y comprendió de
golpe lo que estaba pasando, como si un rayo la hubiese fulminado llegando
hasta su cerebro. Sintió que los brazos se le resbalaban y quedaban colgando
alrededor de su cuerpo como dos apéndices inútiles. Un aire frío y enfermizo
empezó a abrirse paso por su cuerpo provocándole un malestar que infectó cada
centímetro que iba dejando atrás. ¿Qué debía hacer? ¿Debía acercarse a ellos y
decirles…? ¿Qué? ¿Qué les diría?
Al final no hizo falta que ella se decidiera
porque fueron ellos los que se movieron. Al parecer no tenían intención de
esperar semejante cola y comenzaron a alejarse, justo en su dirección.
Nataly dio un respingo y se giró en un impulso.
Miró a todas partes y corrió hacia una taquilla vacía de otra atracción. Un par
de desconocidos se colocaron tras ella, tapándola un poco. Y ellos siguieron su
camino sin verla. Rodearon la cola y enfilaron el camino contrario, pero
entonces se detuvieron. Formaron un corrillo a pocos pasos de ella y se
pusieron a conversar animadamente.
-¡Maldición!- masculló Nataly por lo bajo,
mientras intentaba taparse con el osito de peluche.
-¿Desea una ficha?- le preguntó una voz.
Al otro lado del cristal de la taquilla donde se
había puesto había un chico pelirrojo con el rostro pálido, arrasado por un
acné muy cruel. Nataly se sintió momentáneamente confusa por la pregunta.
-¿Qué?-
-Una ficha. Para montar en los coches…- Nataly
miró un poco más allá y vio los coches de choque. La sospecha creció en los
ojos del chico. Debía pensar que estaba loca.- Quiere subir… ¿Verdad? Si ha
cambiado de opinión, tendrá que abandonar la cola.-
-¡No!- exclamó, nerviosa. El chico dio un respingo
abriendo más los ojos. Ellos seguían allí parloteando y riendo, pero no podían
verla.- Sí que quiero una… ficha, por favor.- El pelirrojo asintió y rebuscó en
su mesa sin dejar de mirarla, parecía temer que si le quitaba los ojos de
encima ella aprovecharía para atacarle o algo así, a pesar de la protección del
cristal.
-10 euros, por favor- le indicó. Nataly fue a
echar mano de su bolsito que siempre llevaba en la mano derecha pero éste no
estaba. Había desaparecido. ¡Lo había perdido! Y con él todo el dinero, el
móvil, su carnet…
-Oh no…-
-¿Ocurre algo?- miró al chico, que ya no estaba
asustado, aunque aún había sospecha en su expresión. -¿Acaso no tiene dinero?-
-Ahm…- Nataly giró la cabeza, pero la gente de la
que intentaba huir seguía estando allí. Rebuscó en los bolsillos de su chaqueta
y en uno de ellos le pareció palpar algo.- ¡Sí, sí tengo!- sacó el billete
colorado y lo coló por debajo del cristal. El chico le pasó la ficha y le deseó
un buen viaje, algo que Nataly no entendió del todo.
Se apresuró a cruzar el arco de entrada donde se
unió a una segunda cola de personas que esperaban para subir a los coches en
cuanto el turno anterior terminara. Desde su nueva posición comprobó que aunque
ella seguía viéndoles, ellos ya no podían descubrirla, así que al fin pudo
respirar aliviada.
Eso le dio algo de tiempo para intentar comprender
por qué había reaccionado así.
Ellos estaban allí y Nataly sólo entendía a medias
lo que eso significaba, pero seguía sin explicar por qué había sido ella la que
se estaba escondiendo, cuando en realidad ellos la habían engañado. En el caso
de que se hubieran encontrado, ellos habrían sido los avergonzados y los que
tendrían que haber dado explicaciones.
Se había asustado porque al verlos,
instantáneamente imaginó un terrible conflicto y ella no sabía cómo
enfrentarlos. Y mucho menos esa noche. A pesar de todo, se sintió una imbécil y
una cobarde por haberse escondido… ¡Y encima en los coches de choque! Nataly
odiaba esa atracción, se le daba fatal conducir. La última vez que lo había
intentado, había acabado dando vueltas en el centro de la pista incapaz de
recuperar el control del coche.
Miró el osito de peluche que aún llevaba y aunque
el rostro de Tom acudió a su mente con una sonrisa, no la consoló. Descubrió
con fastidio que la tristeza estaba reptando lentamente hacia ella para volver
a dominarla, como si sólo hubiese estado dormida y ahora hubiese despertado de
nuevo.
Se atrevió a mirar una vez más y no los vio. Ya no
estaban, se habían ido de allí. Así que no la habían visto… o quizás sí pero no
les apetecía hablar con ella. En cualquier caso, ya no había motivo para que
ella se quedara.
-Buenas noches, preciosa- Una nueva voz, sugerente
y aterciopelada, surgió frente a ella. Otro chico la miraba, apoyado en la
entrada de la atracción con la mano extendida hacia ella.- ¿Me entregas tu
ficha, por favor?-
Nataly tuvo que bajar los ojos un instante para
reaccionar. Al otro lado, vio los coches de vivos colores, resplandecían con
una invitación silenciosa.
-Yo… creo que he cambiado de opinión- dijo ella.
Tenía un mal presentimiento creciéndole por dentro.- Mejor me voy.-
Cuando iba a salir de la cola, aquel chico se
anticipó colocándose delante de ella de nuevo.
-¡No puedes irte después de haber llegado hasta
aquí!- le dijo.- Además, los coches de choque son la atracción más divertida
del parque. Y el modo perfecto de liberar tensión.-
Eso debería haberla convencido definitivamente
para huir, porque en esos momentos, Nataly estaba soportando más tensión de la
que ella misma sospechaba.
-Es que lo de conducir no se me da muy bien-
intentó explicar ella.- Es probable que acabara provocando un accidente con
heridos, lloros y ambulancias de choque…-
El chico se rió pensando que bromeaba, cuando no
era así en absoluto.
-En ese caso no te preocupes, preciosa- le aseguró
guiñándole un ojo.- Que yo acudiré en tu ayuda.-
Le cogió la ficha de la mano y no hubo más que
hablar. Le cedía el paso con una sonrisa tan arrebatadora que Nataly no se
sintió capaz de negarse una vez más.
Atravesó el umbral y sus pies pisaron ese extraño
suelo que era una mezcla de metal y goma, con el osito apretado a la altura del
pecho. Se sentó en el primer coche vacío que vio, de un intenso color azul
celeste con un siete naranja pintado en los laterales. Se acomodó en el asiento
que estaba frío y húmedo ( intentando no preguntarse por qué) y, después de
dejar al osito entre sus pies, trató de ponerse una especie de tira de tela con
belcro que hacía la función de cinturón. Se pasó la correa por la cabeza pero
cuando intentó ajustárselo descubrió que la hebilla estaba rota o atascada, así
que le quedó colgando alrededor de la cintura.
-Genial…- murmuró. Aquel no era un buen augurio.
Se aferró al volante pero las manos le temblaban
¿Por qué volvía a estar nerviosa? Escuchaba los latidos de su corazón como
tambores de guerra en sus oídos, pero estos fueron acallados por el potente
pitido que indicaba que el viaje había comenzado.
Nataly dio un respingo al tiempo que su coche se
puso en marcha. Salió disparado, como propulsado hacia adelante, directo hacia
un coche verde moco de un chaval que llevaba unas gruesas gafas de cristal
vidrioso. Nataly giró el volante de golpe y logro esquivarle por los pelos,
aunque soltó un ridículo gritito a causa de la sorpresa.
El coche no se detuvo tras superar la primera
amenaza de colisión, así que la chica maniobró como pudo salvando dos nuevos
choques, a sabiendas de que ese no era en ningún caso el objetivo de la
atracción. Aunque por supuesto, no logró escapar a todos ya que no era tan
diestra al volante. Lo único que la animaba era seguir manteniendo el control y
no estar dando vueltas sobre sí misma.
Cuando se hubo acostumbrado a los golpes, los
gritos y las persecuciones del resto de conductores, la mente de Nataly quedó
liberada y ésta regresó al asunto que le había llevado hasta ese coche. Sólo
que la tristeza que pudo haber sentido en un primer momento casi había
desaparecido o más bien, se había apartado para dejar espacio al enfado. No
sólo estaba molesta por lo que ellos la habían hecho, sino también porque le
habían robado la alegría que Tom le había brindado. Además estaba molesta
consigo misma por no haber sabido afrontar la situación del modo correcto.
Sin darse cuenta, Nataly empezó a apretar más el
volante, a pisar más el acelerador y en lugar de esquivar la mayoría de las
colisiones, se lanzaba contra ellas con el ceño fruncido y el corazón
palpitante, imaginando que eran ellos los que conducían los otros coches. Hubo
un momento en el que incluso le pareció que se divertía, a pesar de que el
pobre chaval de las gafas (quien se estaba convirtiendo en su víctima
predilecta) la miraba con cierta angustia como preguntándola por qué. El
problema fue que, debido a la emoción, Nataly se topó en el camino de una chica
rubia con mechas naranjas en el pelo, que montaba un coche rosa chicle de una
tonalidad tan fosforescente que le resultaba imposible mirarla fijamente, lo
cual era un verdadero problema. No sabía que había hecho para que la tomara con
ella, pero esa chica ya la había golpeado tres veces o cuatro, no estaba segura
porque el resplandor de su carrocería la confundía justo antes de la colisión.
A pesar tenerla vigilada, se despistó un momento
cuando sintió que su coche perdía velocidad. Arrugó la nariz mirando al resto
de coches pero ninguno parecía tener problemas. También sintió una extraña
vibración en el volante.
-¿Qué pasa?- se preguntó, extrañada. Cuando
parecía que el coche se detendría del todo, ocurrió justo lo contrario: aumentó
la velocidad y cruzó la pista en un solo
segundo.
Nataly anticipó el tremendo golpe que iba a darse
contra la valla e hizo fuerza con los brazos apoyados en el volante para
intentar no herirse, pero entonces, se le cruzó un cochecito amarillo llevado
por un par de niños y al verlo, dio un volantazo para no chocar. Su coche se
deslizó hacia la derecha y cuando miró en esa dirección, lo que vio fue el
resplandor rosado de la muerte precipitándose hacia ella de forma letal, y a la
rubia a los mandos, soltando una carcajada feroz con la boca de par en par. Y
entonces, Nataly supo que iba a morir.
El impacto se produjo en el morro de su coche y
fue tan violento que éste salió impulsado y dando vueltas sobre sí mismo. No
podía ver nada más que borrones luminosos a su alrededor mientras giraba y
giraba a una velocidad tal que incluso el aire le hería los ojos, así que los
cerró. Con lo cual, no pudo ver el choque de su coche contra la valla
protectora, pero lo sintió en todo su cuerpo. La fuerza la empujó hacia delante
y el cinturón demasiado holgado no la sujetó a tiempo, así que su cabeza acabó
golpeándose contra el volante.
Aunque el dolor se repartió por todo su cuerpo, se
concentró especialmente en su cabeza y en su cuello, por lo que permaneció
tendida sobre el volante, confusa y desorientada, hasta que un nuevo pitido la
trajo de vuelta a la realidad. Y una estúpida sensación de orgullo afloró en su
mente apaleada: el viaje había terminado sin que su coche se pusiera a dar
vueltas descontroladas por sí mismo.
Muy despacio, consiguió incorporarse con la visión
nublada una vez más. La frente le dolía terriblemente, así que se llevó una
mano allí donde parecía retumbarle todo y notó algo extraño. Se miró la mano, y
a pesar de las sombras que aún enturbiaban sus ojos, identificó la tonalidad
rojiza. Y supo lo que significaba.
¡Estaba sangrando!
-Ay no…- masculló, asustada. El cuello le ardía
como si tuviera sobre él un metal al rojo vivo.
Cerró los ojos otra vez y al abrirlos, vio que una
figura aún un poco borrosa, se acercaba a ella corriendo.
-¡Ey, preciosa! ¿Estás bien?- preguntó una voz.-
Vaya, tenías razón guapa: los coches de choque no son lo tuyo.-
¿Qué os ha parecido? ¿Alguien se atreve a interpretar lo que ha pasado?
Dejadme vuestros comentarios y en breve os responderé. Nos vemos pronto, buscadores.
¿Real o ficticia?
A mi tampoco me gustan los coches de choque.
ResponderEliminarPero quienes son esos que estaban en la feria...seguro que unos malos amigos que la habían dejado colgada, que mala gente...y que poco corre Tom que no la ha encontrado a Nataly en este capitulo?
Bueno esperemos que aparezca para curarle lo herida y lo que haga falta.
chaoo
Buenas!
EliminarYo tampoco soy muy partidaria de los coches de choque ¬¬ creo que es un malvado invento de los feriantes para desorientarnos y que nos gastemos más dinero en los parques de atracciones. Además que a mí me pasa un poco como a Nataly, pierdo el control y me pongo a dar vueltas como una loca...
La identidad de esa gente que Nataly ha visto es secreta por ahora, pero todo se sabra! Y Tom sí que corre, lo que pasa es que el parque es grande y su sentido de la orientación entre tanta luz y ruido pues... en fin, hace lo que puede.
No preocuparse que ella tiene quien la cure y pronto lo leereis!
Nos vemos ^^
Pobre Nataly!!! Todos son penas!! No me imagino quién será la rubia del coche rosa, alguien que no quiere ser su amiga, seguro...Esa gente que ha encontrado en la feria no va a traer nada bueno, ya veremos si se encuentra con ellos más adelante o no... Un abrazo..
ResponderEliminar¡Lo sé! Esa chica es como un imán para las desgracias, pero no en plan Bella!!! No es que sea una torpe descoordinada, es que tiene mala suerte, jajaja.
EliminarYa se sabe como se pone la gente en esos cochecitos, nos volvemos locos todos. Como es el único sitio donde cometer un accidente de trafico no es delito...
Esta tarde colgaré la siguiente parte de noches de feria así que no preocuparse!^^
Nos vemos, buscadora rudimara ^^
Buenas!!^^
ResponderEliminarEchaba de menos pasarme por aquí:( Pero aquí estoy de vuelta muahaha!
Nataly no gana para disgustos...qué mala leche al meterle el golpe con el voltante! Pobrecilla joe.
Esa gente que ha encontrado en la feria...hmm, tengo varias teorías! Pueden ser sus padres, ya que tenía un problemilla por ahí, no??? O quizás unos amigos que la hayan dado de lado...o gente con la que se haya metido en líos! Aish, no sé, tendré que ver si en el próximo capítulo descubro quiénes son! Me ha picado mucho la curiosidad!!!!!
Respecto al chaval de la taquilla, menudo paquete, se nota que no es de Reward! Ese se ha colado ¬¬! Mira que asustarse de Nataly, con lo maja que es...(siempre y cuando no se convierta en una malvada glaistig jajaja).
He echado de menos a Tom...pero el chico que le ha recogido las entradas tiene que ser de Reward, seguro, clarísimo!!! Apuesto a que es Nate...¿quizás? Por su "preciosa", lo presiento!!
Y lo que ha pasado en la pista...he de confesar que a mi me encantan los coches de choque, son mi atracción favorita XDD. Me lo paso genial! Aunque veo que a ti no mucho...no les haces muy buena publicidad jajaja! Nataly me parece que no va a querer montarse en uno durante mucho tiempo...¿pero bueno qué ha sido eso? La chica de las mechas parecía que tuviera poderes o algo así...quizás sea una brujilla en plan Lady Cupcake!! Y ha manipulado el coche de nuestra Nataly...?? Aún así me pregunto qué le psaba para tomarla así con ella!
Voy a pasarme a por el próximo capi jijij!
¡Hola!
ResponderEliminarLos buscadores también te echábamos de menos, así que las puertas sempre estarán abiertas a tus comentarios!^^
Es cierto que Nataly no está teniendo una buena visita a la feria... xro vamos que lo esta sorteando bastante bien por ahora. Jajaja
Me gustan tus teorías, aunque sempre pones tantas que casi siempre aciertas con alguna! jajaja, no digo que esta vez sea una de esas... o sí... no sé, tendrás que esperar para saberlo.
Ya, el chaval de la taquilla... bueno, Reward solo son cinco! así que no todos lo que salgan serán uno de ellos, y como tu bien has dicho... se le veía demasiado paradito para ser uno de nuestros chicos. Con el de las fichas... no te digo yo que no sea uno de ellos. Y apuestas por Nate ¿eh? Ya se verá.
Es verdad que se echa de menos a Tom cuando no esta, pero también hay que conocer a los demás, jajaja.
Nos vemos pronto, señorita Inestable ^^