viernes, 6 de diciembre de 2013

Noches de Feria 9



¡Hola, buscadores!

Saludos cariñosos y nostálgicos a los que todavía os paséis por aquí. Ya sé que dije que intentaría reanimar este lugar, pero resulta que cada vez tengo menos tiempo. 

No significa que vaya a abandonaros sin el final de Noches de Feria ¡Por supuesto que no! Pero ya no me puedo pasar tan a menudo como antes :( Aún así, no me olvidó de la historia que tenemos entre manos, ni de que vosotros seguís visitándome y dejándome todos esos comentarios que me encantan *.*

Como recompensa, hoy voy a subir una parte de Noches de Feria algo más larga ^^ Además, ya no va quedando tanto para el final, aunque habréis notado que nos falta por encontrar a dos miembros de Reward, claro.

Bueno, buscadores, aquí os dejo la Parte 6 de Noches de Feria. Espero que os guste ^^

Nos vemos (espero que pronto).



6
La figura surgida de la espesa capa de lluvia que envolvía el carrusel y lo aislaba del resto del parque avanzó hacia ella con su sonrisa, esquivando caballitos y dejando un reguero de agua de lluvia sobre el suelo.

Nataly se quedó clavada, apoyada en el caballo sin cabeza, demasiado sorprendida como para arrancar a pensar. Sólo cuando lo tuvo frente a ella se preguntó qué aspecto tendría.

-Hola de nuevo, Nataly-

-Hola... Tom-

Se puso nerviosa, aunque no tanto como esperaba cuando imaginaba el reencuentro con él. Aún así plantó las manos sobre el caballo para evitar nuevos desastres como caerse de pronto. A esas alturas, ya no confiaba ni en su propio equilibrio.

-¿Cómo has sabido que estaba aquí?- preguntó ella, y al instante se arrepintió de haber descubierto con tanto alegría que sabía que la buscaba.
Pero era Tom, y él no se fijaba en cosas como ésa.

-Me encontré con Jack y me lo dijo- le explicó con calma.- También me contó lo que te ha pasado en su atracción... ¿Cómo estás?-

Antes de que contestara, avanzó hacia ella salvando la distancia que los separaba con un mano extendida hacia su frente. La calidez de sus dedos la rozaron al apartarle el pelo para examinar la herida.

-¿Te duele?- le preguntó sin apartar los ojos de la zona afectada.

-Ahora ya no- respondió ella algo cohibida.

Cuando Jack la había estado curando pensó que el corazón la estallaría y los pulmones se le colapsarían por los nervios... pero lo que sentía ahora era el doble o el triple de intenso. Y sin embargo, no tenía prisa porque aquel contacto terminara.

-¿Siempre te ocurren tantas desgracias juntas?- Tom recuperó su encantadora sonrisa al tiempo que retiraba la mano.

Y no sabía ni la mitad...

-A veces- contestó ella sin darle más importancia.

Se podría decir que le pasaban más catástrofes de lo normal, pero nunca eran cosas que ella provocara. Sólo ocurrían a su alrededor, como si fuera un enorme imán.

-¿Y crees que te sucederá algo más esta noche o has cubierto el cupo?-

Nataly estuvo a punto de echarse a reír, pero sólo sacudió la cabeza.

-¿Es que tú nunca has tenido un mal día? ¡Claro que me pasará algo más!-

De eso estaba más que convencida.

-Y aún así te has quedado. Eres una valiente.-

-Te dije que me quedaría-

Intentó que sonara sin importancia, casi a broma; pero nada más decirlo se dio cuenta de que realmente era la única razón por la que se había quedado sorteando desgracias cada vez más vergonzosas. Porque quería verle a él de nuevo. Sabía que estaba yendo otra vez muy deprisa, pero no podía echar el freno y menos ahora que volvía a tenerlo delante.

Tom la miraba en silencio, con una sonrisa risueña que se iba haciendo cada vez mayor.

-¿Qué pasa?- preguntó ella.

-Nada...- respondió él al principio, pero se lo pensó y añadió:- Pareces estar mejor que la última vez que te vi... ¿Lo estás?-

-¿Mejor?- fue la odiosa costumbre la que hizo que estuviera a punto de responder que no sin pensarlo si quiera, pero por una vez se resistió y quiso analizar de verdad lo que sentía.-Pues... sí. Sí que me siento mejor. Bueno, dejando de lado el golpe de la frente y...- su mano se movió inconscientemente hasta su estomago.-... todo lo demás.-

Tom asintió.

-Pareces más tranquila- opinó- Y creo que has recuperado tus palabras.-

Era justo eso. Ya no le costaba hablar tanto como antes y no recordaba cuando había sido el momento en que eso había cambiado. ¿En el accidente de coche?

-Creo que me ha sentado bien conocer a tus amigos-

Ellos habían tenido algo que ver, estaba claro. Sus conversaciones con ellos habían sido extrañas, pero tan fáciles al mismo tiempo. Y hacia mucho que no le resultaba tan sencillo hablar con nadie.

La lluvia seguía cayendo fuera cuando alguien más cruzó la barrera del agua y saltó dentro del carrusel con tanto estrepito que acabó empapando a los dos que ya estaban allí. Y por si eso no había sido suficiente, el recién llegado se sacudió, más o menos como hacen los perros cuando se mojan, salpicándolo todo aún más.

-¡Nate, tío! ¡No hagas eso!- se quejó Tom.

Nataly intentó taparse pero no levantó las manos a tiempo y acabó con el rostro empapado.

-Siento ser un corta rollos, pero tenéis que largaros- les soltó Nate sin más.- Este chaparrón de mierda no se acaba, así que tengo que cerrar el chiringuito porque sino el mecanismo principal se fastidiara y eso sería horrible... parece ser.-

-¡Pero está diluviando!-

-¡Pues no haber insistido tanto en que fuera responsable, Tally-...!- La chica le clavó la mirada con tanta fuerza que Nate se detuvo antes de decir nada peor. Recompuso su expresión y les tendió un paraguas.- En fin, no os quejéis tanto que os traído esto.-

Tom agarró el paraguas a pesar de que él ya estaba empapado.

-¿Te ha venido a visitar ya Bossy, Nate?-

-Oh sí ¡Menudo cabreo traía, el colega! ¿Por qué siempre me lo mandáis enfadado?-

-Ósea que te ha echado la bronca...-

-¡¿Qué dices?! ¡No!- Nate metió las manos en los bolsillos encharcados de su chaqueta exhibiendo su sonrisilla.- No importa las malas pulgas que traiga hasta mis dominios porque yo sé bien cómo manejarle ¡Siempre consigo que haga lo que yo quiero!-

A Nataly casi se le escapa una risita, pero lo mejor era no hacer nada que molestara a Nate, no hasta que hubiese olvidado el secretillo que compartían.

-Eso no me suena convincente- opinó Tom, pero se encogió de hombros como si le diera igual.- En fin, gracias por el paraguas.-

Al abrirlo, descubrieron que tenía un enorme dibujo de Bob Esponja haciendo el símbolo de la victoria sobre la tela, que los dejó sin habla unos instantes.

-Lo quiero de vuelta ¿Eh, colega?-

-Sí, sí, tranquilo- corrió a decir Tom. Le tendió el brazo a Nataly para que se agarra, pero ella antes miró a Nate.

-Gracias por tu ayuda- le dijo.- Y... por haber compartido conmigo tus sabias teorías para la vida.-

El chico apoyó la cadera contra el trasero del caballo sin cabeza, sonriéndola de manera amistosa.

-Algún día te serán de gran ayuda, Tally-

Se despidió de él y se agarró al brazo de Tom para bajar del carrusel. Lo cierto es que ya se sentía lo bastante bien como para caminar sola, pero decidió no mencionarlo y asegurarse.

Resguardados bajo el paraguas de Bob Esponja recorrieron los espacios delimitados por las vallas metálicas preparados para albergar la cola de clientes y que ahora estaban vacíos. Por mucho que Nate se empeñara en llamarlo chaparrón, aquello era una tormenta en toda regla y no parecía estar lista para amainar.

Se encontraron con un nuevo parque. Uno desierto y cada vez más apagado. Y mientras lo recorrían en busca de refugio, Nataly pensó en las últimas palabras de Nate. En verdad, haber hablado con él ya la había ayudado. Y también hablar con Jack y con Tom. Se encontraba mejor ahora que cuando había llegado. Quizás no a un nivel físico, y al emocional... todavía estaba algo alterada y quedaban historias que pesaban en su interior, pero ya no se sentía tan confusa como antes. Era como si poco a poco estuviera encajando las piezas que se habían movido de su sitio.

-Creo que tengo algo que es tuyo- dijo Tom de pronto. Nataly levantó la vista y vio que le tendía su bolsito. ¡Su bolso! ¡Casi se había olvidado de él!
-¡Oh, gracias! ¿Dónde lo encontraste?-

-Lo olvidaste en el puesto de peluches-

Fue a cogerlo con la mano con que sostenía el osito de peluche pero éste casi se le cae y Tom se detuvo, mirando el muñeco.

-Aún tienes el osito- murmuró levemente sorprendido, aunque ella no lo entendió. ¿Por qué no iba a tenerlo?

Tom se encajó el paraguas entre el hombro y la cabeza y ya con las manos liberadas deslizó la correa del bolsito por la muñeca de Nataly. No debió hacerlo de forma consciente, pero le pasó la tira del bolso muy despacio, rozándole la cara interna del antebrazo con suavidad. El corazón se le aceleró y le quedó un cosquilleo en la piel que se extendió por todo el brazo adormeciéndolo.

-Ya está- dijo él, tomando el paraguas de nuevo.- Sigamos.-

Retomaron la marcha bajo la tormenta cuando los truenos casi se habían extinguido y no eran sino ecos acallados por el sonido de la lluvia golpeando el metal de las atracciones. Aunque la mayoría que se iban encontrando a su paso ya habían sido paradas y cubiertas con enormes capas de plástico impermeable. Sólo las luces amarillentas de las farolas seguían encendidas y junto al silencio que habían dejado los gritos de los visitantes, todo estaba adquiriendo un aspecto de lo más inquietante.

La mayoría de la gente se había escondido en los restaurantes o bajo los toldos de estos, así que allí no encontraron donde cobijarse. Pero de pronto vieron algo.

Quedaba una atracción cuya luz seguía iluminando el cielo lluvioso: la noria. Se había detenido, pero las luces verdes y naranjas de sus vagones seguían encendidas en lo más alto. Se acercaron a ella guiados por su resplandor y cuando estuvieron lo bastante cerca se fijaron que la caseta de las entradas estaba vacía, pero nadie la había cerrado.

A Tom le pareció un buen lugar para esperar a que la tormenta remitiera.

-¿Seguro que no tendremos problemas por entrar ahí?-

-No, no creo- repuso él abriendo la puerta.- Hasta que no deje de llover no vendrá nadie, así que...-

Primero tuvo que ayudarla a entrar y después cerró la puerta. El interior de aquella caseta era algo angosto, pues estaba pensada para una sola persona. Nataly se sentó en la silla que había junto al mostrador y Tom se quedó junto a la puerta.

No es que Nataly fuera una miedosa que siempre respetaba todas las normas que se encontraba, en otro momento eso le habría parecido una bobada, pero después de todo lo que le había pasado no confiaba en su suerte.

-Sé lo que te preocupa- dijo Tom, divertido ante su expresión recelosa.- Pero te prometo que aquí no trabaja ningún amigo mío.-

-Tus amigos me han caído bien-

-¿En serio? ¿Incluso Nate?-

Nataly se rió.

-¡Pero si Nate es muy divertido!-

-Esa fue casi la única razón por la que Jack y yo decidimos adoptarlo como mascota- bromeó él. Con esas palabras consiguió picar aún más la curiosidad de la chica.

-Jack me contó que él y tú ibais juntos al instituto- se inclinó hacia delante con el osito en su regazo- Pero ¿Cómo conocisteis a Nate?-

Tom se pasó una mano por el pelo mojado intentando hacer memoria. Se sentó sobre el escritorio apartando el taco de entradas y se apoyó en el cristal.

-En realidad, nosotros fuimos amigos de su hermano Mike antes que de Nate- le explicó.

<<Mike era de nuestra edad y aunque también iba a nuestro instituto, no fue allí donde le conocimos.

A los 14 años yo iba a una academia de música del centro de Dublín y un día coincidí allí con él. Mike y su hermanito Nate, que por aquel entonces tendría unos diez años, iban a tocar el piano. Así fue como nos hicimos amigos y después se lo presenté a Jack.

Nos llevábamos bastante bien, el problema era que siempre que quedábamos, su madre obligaba a Mike a llevarse a Nate. Y si no era así, ere renacuajo nos seguía a todos lados y si le decíamos que se largara, él amenazaba con chivarse de lo que hacíamos (aunque tampoco es que hiciéramos nada raro). La verdad es que entonces, no nos caía demasiado bien y tratábamos de darle esquinazo todo el tiempo.

Los años pasaron y cuando empezamos a tocar juntos (mucho antes de que existiera si quiera la idea de Reward) éramos sólo Jack, Mike y yo. Pero... nos dimos cuenta de que a Mike no le interesaba la música tanto como a nosotros. A partir de los diecisiete nos lo empezamos a tomar más en serio y él no se preocupaba por practicar, faltaba a sus clases en la academia y a veces ni aparecía cuando quedábamos para ensayar. Hablamos con él y nos dijo que con las clases del instituto y lo demás apenas tenía tiempo libre y que el poco que tenía prefería usarlo en salir de fiesta con otros amigos. Se podría decir que nos dejó tirados, pero le dijimos que lo entendíamos. A fin de cuentas, cada uno dedica su tiempo a lo que quiere.>>

-¿En serio hizo eso?- preguntó Nataly, perpleja. Tom asintió sin más.- Pero es horrible... lo que teníais era algo increíble ¿Cómo pudo darlo de lado para salir de fiesta?-

-Requería mucho esfuerzo- dijo Tom.- Y si algo no te importa de verdad, acabas por dejarlo.-

Sí claro, porque todo lo que vale la pena requiere mucho esfuerzo, pero aún así... ese tal Mike debía ser idiota.

-¿Y qué pasó después?- preguntó.

-Mike dejó la academia de música, como era de esperar; pero Nate no lo hizo. Le seguí viendo por allí, hablábamos de vez en cuando y a pesar de que era un crío, me sorprendió verle todos los días practicando sin parar. Y cuando me fijé un poco más en él, me di cuenta de que era mucho mejor que su hermano al teclado. Así que un día le comenté lo del grupo y le gustó la idea.-

-¿Y se unió así sin más?-

-Bueno, se hizo de rogar un poco- reconoció Tom.- A Nate le encanta que le supliquen...-

-Pero si antes dijiste que ni siquiera os caía bien-

-¡Con diez años, Nataly! ¿Te imaginas a Nate con tan sólo diez años? ¡Era un pesado insufrible!- dijo Tom.- Pero para entonces ya había madurado. No mucho, pero algo sí.- Balanceó las piernas sobre el suelo con la mirada perdida en sus converse negras de las que aún saltaban gotas de agua y sonrió como si todos esos recuerdos se estuvieron reproduciendo frente a sus ojos- Resultó que nos llevábamos mucho mejor con Nate de lo que nunca nos llevamos con su hermano. No sólo por lo de la música o porque fuera más divertido. Él encajaba más con nosotros, no sé explicarlo...- Tom sacudió la cabeza y levantó los ojos.- ¿Sabes cuándo conoces a alguien y casi al instante surge una confianza intensa, como si ya le conocieras? Y habláis y bromeáis como si lo llevarais haciendo así durante años... Eso pasó con Nate. Y sólo me ha pasado con cuatro personas en mi vida- le dijo. Y después añadió:- Al menos, hasta ahora.-

Pero Nataly ya no le escuchaba. Sentía un extraño vacío en su interior y éste se iba incrementando cada vez que sentía la vibración proveniente del interior de su bolsito. Debía ser su móvil, y ella sabía bien quien la estaba llamando sin parar. Suspiró para sus adentros... no quería, pero en algún momento tendría que responder.

-¿Nataly?- la llamó Tom. La miraba entrañado, porque ella llevaba ya varios minutos colgada observando su bolso.

-Gracias por haberme buscado para devolvérmelo- le dijo, intentando disimular.- Pero no deberías haberte molestado. Además, creo que tendrías que volver a tu puesto de trabajo antes de que tu jefe descubra que no estás allí- Tom sacudió la cabeza como si eso no le preocupara lo más mínimo, pero ella insistió.- ¡Hablo en serio! Ese Mr. Bossy es terrible...-

-¿Has visto a Bossy?-

-¡Sí! ¡Dos veces! ¡Por eso sé que es terrible!-

Aún así Tom no pareció asustado, claro que ya debía estar acostumbrado a ese hombre, sus gritos y sus amenazas.

Se movió sobre la mesa acercándose más al borde.

-La verdad es que el paseo por el parque buscándote me ha venido bastante bien- le dijo él.- Tenía... una nueva melodía en la cabeza que no oía lo bastante clara y por fin sé lo que dice.-

Al oír eso, la pesadumbre que flotaba amenazadora sobre Nataly se disipó en un segundo. Se olvidó del móvil y todo lo demás ante la maravillosa perspectiva de volver a oír la voz de Tom entonando una de sus canciones.
Nate se había mostrado muy sorprendido porque Tom hubiese compartido con ella una canción, dando a entender que era algo que no solía hacer, así que no estaba segura de si esta vez lo haría si ella se lo pedía.

-¿Quieres oírla?- le preguntó él de pronto.- Aunque, no tengo aquí la guitarra y no sonará igual de bien que...-

-Sí- dijo ella sin dudar- Me encantaría oírla.-

Tom sostuvo su sonrisa hasta que algo cruzó por su mirada. Bajó los ojos un instante al tiempo que se frotaba la nariz con el pulgar.

-De acuerdo- dijo él.- Lo cierto es que he estado pensado en la melodía y creo que a ésta le iría mejor el piano y quizás, de fondo, algunos toquecitos de batería, como eso...- Señaló hacia arriba, las gotas de lluvia golpeaban de forma continua sobre el tejado de aquella caseta y sonaba como si alguien tamborileara sus dedos sobre él. Se bajó del escritorio y alargó las manos hasta la silla para tirar de ella y acercarla a él. La miraba desde arriba cuando dijo:- La melodía sonaría más o menos así.-

Comenzó a tararear un sonido lento, casi apagado con notas que subían, pero muy poco por encima del tono general. No era exactamente triste, más bien era melancólico, pero tenía algo de tranquilizador. Era una melodía que hablaba de un suave consuelo por una pena.

Esta vez cuando las palabras salieron de sus labios, Nataly volvió a tener la sensación de que la cantaba a ella y a nadie más. No sólo porque estuvieran solos, aunque eso ayudó a que la caseta se convirtiera en un refugio más allá de la tormenta y del resto del parque. O del mundo.

 This is not gonna last forever
It's that time when you must hold on
And I won't let you surrender
And I'll heal you if you're broken

Hand in hand we will walk together
We can make it through the stormy weather
We can break down walls together, do it all
Together, do it all

Nataly sintió que se le fruncía el ceño sin que ella pudiera evitarlo. Lo último que quería era emparanoyarse como le había pasado con la otra canción, pero es que ésta era tan, tan... seguro que se le estaba yendo la cabeza, pero sonaba como si Tom intentara consolarla por todo lo que le había pasado... pero eso era imposible. Para empezar él seguía sin saber lo que le había ocurrido. Y además... ¿Qué intentaba decirle con eso de derribar barreras juntos?

<<Deja de pensar en tonterías>>

I'll be your strength
I will, I will, I will
I'll be your strength
Yes, I will, yes I will

Repitió el estribillo un par de veces más cambiando algunas palabras y mientras ella le escuchaba, sus ojos volaron hasta la ventanilla. Gotas tardías resbalaban sobre el cristal empañado, dejando ver confusas siluetas naranjas y verdes. El ruido sobre sus cabezas se había esfumado al terminar la canción. La tormenta había remitido, por fin.

-Bueno... ¿Te gusta?- preguntó Tom. Nataly le miró.

-¿Qué si me gusta?- sonrió intentando encontrar las palabras y de nuevo, se le escaparon en un silencio indeciso.-Enserio ¿Cómo puedes escribir y componer algo tan bonito sin pensar en nadie?-

Se preguntó qué clase de novia imaginaba ese chico que algún día encontraría para cantarle semejantes cosas.

-Esta vez sí que pensaba en alguien- respondió él.

-¿Ah sí?-

Tom se inclinó y le cogió con suavidad la mano que tenía sobre el osito.

-Estaba pensando en ti-

Nataly se quedó sin habla. Lo primero que pensó fue que debía haber imaginado esas palabras, puede que por culpa del golpe de su cabeza. Entonces, bajó la mirada hacia su mano y sintió la calidez de su roce.

-¿En mí?- murmuró reaccionando al fin.- ¿En serio?-

-Ya sé que es raro- dijo él anticipándose.- Me imagino lo que estás pensando porque casi no nos conocemos pero... no sé, he pensado en ti desde que nos separamos y aunque no te hubieras dejado el bolso, sé que habría ido a buscarte de todos modos y mientras lo hacía... esto es lo que oía.-

Pero ¿Qué significaba en realidad lo que le estaba diciendo? Nataly se había puesto tan nerviosa que su cerebro, cansado y convaleciente, se quedó en lo más superficial de aquel gesto en lugar de llegar a entender lo que significaba. Y lo más evidente que vio fue la letra de la canción; al recordar las palabras pensó en lo que implicaban de verdad y retiró su mano de la de él.

-¿Esa es... la forma en que me ves?- preguntó. Sacudió la cabeza.- Bueno, supongo que esa es la imagen que he dado todo este tiempo: la de alguien que necesita ser salvada y protegida por los otros...-

Tom entendió a lo que se refería y dio un respingo.

-No, no, yo no pretendía insinuar nada de eso...-

-Pero yo no soy así- dijo Nataly.- No quiero ser esa clase de persona, ni que sea así como los demás me vean.- Hizo una pausa para coger aire y reunir seguridad.- Llevo algún tiempo confusa, pero estoy empezando a aclararme y lo que ya tengo claro es que no soy cómo hoy me has visto. Esto es sólo... un mal día.-

Tom la escuchó con atención y en cuanto ella calló, el corrió aclararle las cosas, molesto consigo mismo por su falta de inteligencia ¿Cómo no se había parado a pensar en cómo le sonaría la letra a Nataly?

-Nataly, te prometo que eso no era lo que pretendía decir con la canción- le aseguró con sinceridad.- No he pensado ni un momento que seas alguien desvalido ni nada parecido. Suponía que te había pasado algo malo antes de venir al parque y que por eso te comportabas así. Pero lo que creo es que sólo una persona fuerte y valiente es capaz de seguir siendo amable y simpática con otros después de que le pase algo tan malo.-

Eso la hizo recordar una vez más lo que la había empujado hasta ese parque de atracciones, y también en la vibración de su bolso. Y en el fondo ¿Qué estaba haciendo si no huir? Eso no es lo que haría una persona fuerte y valiente.

-¿Cómo puedes decir algo así después de lo que he hecho?- quiso saber ella. Él no sabía lo que le había pasado y lo que era más extraño, seguía sin hacerle preguntas, como si no necesitara sus respuestas. No lo comprendía.- Después de lo que has visto de mí...-

-Lo que se ve, lo que parece... no siempre es la verdad- le respondió con calma para después sonreír- Además, yo también he tenido un mal día. Y tampoco me marché a casa; me quedé hasta convertirlo en uno bueno.-

¿Convertirlo en uno bueno? ¿A quién se le podía ocurrir algo así? Ese chico era tan... optimista; más que eso, sería necesario un nuevo término para él. Uno que también describiera lo encantadoramente diferente que era de todos los demás porque ¿Cuántos chicos había por ahí que se tomaran la molestia de ir más allá de lo que veían a simple vista de una chica? No había tantos. ¿Se merecía ella tener a uno de "esos" componiéndole canciones?

¡La canción!

-¡Me ha encantado la canción!- dijo Nataly a toda prisa.- A pesar de todas las tonterías que he dicho, es una de las canciones más bonitas que jamás había escuchado ¡En serio!-

Tom no borró su sonrisa en ningún momento.

-Lo sé-

Poco a poco, Nataly fue calmándose y la tensión del momento fue pasando.

-Ha dejado de llover- comentó Tom echando un vistazo fuera.- Pronto vendrá alguien, así que creo que deberíamos irnos.-

-Y tú tendrías que volver al trabajo- le dijo ella agarrando su bolsito y su oso.

-¿Y qué pasa contigo?-

Nataly se puso en pie sola, sin mareos y sin que nada le nublara la vista.

-¿Ves? Me siento mucho mejor. Puedo quedarme sola.-

Tom la miró, indeciso.

-¿Estás segura?-

-Sí, estoy...- el bolsito empezó a vibrar una vez más, y esta vez lo sacó. En la pantalla encendida leyó la palabra "Mamá" en letras enormes, parpadeando sin parar. Tal vez era el momento adecuado para aquella conversación ¿Cambiaría en algo cómo se sentía? Esa noche su estado de ánimo era tan volátil como las montañas rusas de afuera. Levantó la vista hacía Tom.- ¿Podrías dejarme sola un momento?-

El chico observó el modo en que agarraba el móvil y asintió.

-Pero te espero fuera. No me voy a ningún lado- le dijo con una medio sonrisa.

Nataly asintió y cuando le vio salir, descolgó el teléfono.

-Hola, mamá-

-¿Hola, mamá? ¡¿Eso es todo lo que se te ocurre?! ¡Por Dios bendito, Nataly! ¡¿Se puede saber dónde te metes a estas horas?!-

La voz gritona de su madre casi le perfora el tímpano, debería haber previsto algo así y haber alejado el teléfono de su oreja. Nataly la conocía bien y sabía que no estaba tan preocupada como enfadada.

-No es tan tarde, mamá. Recuerdas mi edad ¿verdad?-

-¡Perfectamente! ¡¿Y tú?! ¡Porque una chica adulta de 24 añazos no se comporta como tú lo has hecho hoy! ¡No sale corriendo del restaurante y se pasa las siguientes nueve horas desaparecida y sin responder al móvil!-
Lo cierto era que dicho así... no sonaba muy normal y entendía que se hubiesen preocupado por ella.

-Lo siento, no quería asustaros a papá y a ti- le dijo con seriedad.- Siento no haber contestado, pero no me apetecía hablar de lo ocurrido.-

-¡Pero ¿Qué ha ocurrido?! ¡Si es que no sabemos por qué te has ido así!- su madre al fin se vio obligada a dejar de gritar.- Vamos a ver pequeña... ¿Esto es por lo de los papeles?-

La pregunta silenció a Nataly. Ellos... ni siquiera sabían por qué se había marchado. No tenían ni idea.

<<Está bien>> se dijo <<No te pongas nerviosa>> Aquello era típico de sus padres, así que no valía la pena alterarse. Tampoco les había dado una explicación demasiado clara sobre su enfado, de modo que se centró en pensar en eso.

-Creíamos que te haría ilusión...- continuó su madre ante el silencio de Nataly.- Además que ya va siendo hora de que empieces a hacer algo con tu vida, digo yo. Que llevas ya unos meses parada y eso no puede ser.

-Pero mamá...- Nataly respiró hondo. No podía permitir que esa conversación la paralizara como había ocurrido en el restaurante.-... no he estado parada. He estado pensando en lo que voy a hacer.-

-Pero vamos a ver... ¡¿Qué tienes que pensar?! ¡Tú lo que tienes que hacer es seguir estudiando y encontrar algún trabajillo para adquirir experiencia.-

-Sí, ya sé que tú tienes muy claro lo que debería hacer...- Había estado oyendo ese discurso incluso antes de terminar la carrera, claro que tras la graduación se había vuelto más repetitivo.

-¡Y tú también! A ver, pequeña... algo tendrás que hacer porque en casa no vas a quedarte todos los días sin hacer nada...-

Nataly suspiró exasperada apartando el teléfono. No había habido un sólo día desde que se graduara que hubiese estado en casa sin hacer nada... pero su madre no consideraba sus escritos como algo de provecho. Si la encontraba escribiendo era lo mismo que encontrarla tirada en la cama viendo la televisión.

Siempre deseaba encontrar las palabras para decirle lo que pensaba de verdad, pero las discusiones con su madre tenían el extraño efecto de paralizarla. La dejaban en blanco y cuanto más tiempo pasaba, Nataly se iba sintiendo más y más diminuta frente a ella.

-¿Firmarás los papeles, Nati?-

Apretó los labios antes de responder, quería alargar los segundos antes de tener que oír la respuesta que su madre le lanzaría.

-Aún no lo sé...-

-¡Por Dios! ¡¿Qué es lo que no sabes?!- se detuvo, intentando contenerse y al continuar, su voz sonó forzosamente tranquila.- Bueno mira, es tu vida y ya eres lo bastante mayorcita como para saber qué haces con ella. Pero que sepas que tu padre y yo no estaremos aquí esperando a que cambies de idea. Cuando lo hagas y quieras rectificar, tendrás que apañártelas tu sola, así que piénsatelo bien.- Calló pero Nataly sabía que aún no había terminado.- Yo de ti lo haría ¡Vamos, es que ni me lo pensaría!-

-Tú y yo no somos iguales, mamá. Eso ya lo sabemos- murmuró Nataly.

-Sí, y ojala te parecieras un poco más a mí para según qué cosas, pequeña- Nataly desvió la mirada, no era la primera vez que oía esa frase o alguna parecida.- ¿Cuándo volverás a casa?-

-En un rato- contestó sin especificar a propósito, pues ahora menos que nunca querría poner un solo pie en su casa.

-Deberías volver ya, que se te va a hacer tarde...-

<<¿Qué se me va a hacer tarde para qué?>>

-Hasta luego, mamá-

-Adiós, pequeña-

Colgó el teléfono y después de guardarlo en su bolso inspiró hondo y dejó salir el aire muy despacio. Así relajó en parte la tensión que se iba apoderando de su cuerpo cada vez que hablaba con su madre. Se estaba convirtiendo en una experiencia bastante desagradable.

-Pequeña...- susurró para sí.

Así la llamaban y así la hacían sentir, en cambio la exigían que se comportara como una adulta para luego seguir tratándola como una cría... a fin de cuentas no era tan extraño lo confusa que se sentía.

Miró la puerta de la cabina en la que se encontraba y recordó que debía salir. Le costó dar el primer paso, sus piernas también se habían tensado por la conversación. Abrió la puerta y la luz la cegó. Los focos de las atracciones habían vuelto a la vida con una rapidez asombrosa. Ver tanta actividad de repente donde sólo unos momentos antes se había encontrado un escenario desierto la sorprendió tanto que al dar un paso para salir, su pie tropezó con el cerco de la puerta y estuvo a punto de caer al suelo de bruces, pero donde cayó fue en los brazos de Tom, que la cogió al vuelo.

-¡Nataly!- exclamó, sorprendido.-¿Estás bien?- Notó la palidez de su rostro y el modo en que sus pequeñas manos se aferraron a él más fuerte de lo necesario.- ¿Lo estás?- insistió.

La chica levantó la mirada, la misma que le había mostrado junto al puesto de peluches, sin embargo el escalofrío que Tom sintió esta vez fue mucho peor. Le invadió la imperiosa necesidad de abrazarla, pero entonces ella le soltó.

-Sí, estoy bien- sonó tan poco convincente como la vez anterior.

-No, no lo estás. Y no pienso dejarte sola así- anunció con rotundidad.

-¿Y qué pasa con Bossy?-

-¡Me da igual Bossy!-

Nataly le miró sorprendida por su vehemencia y sacudió la cabeza.

-Escucha, no voy a dejar que te despidan por mi culpa- le dijo frunciendo el ceño y los labios.- Así que... creo que me voy a casa.-

-Tú no quieres irte a casa- adivinó él. La chica desvió la vista confirmando sus sospechas.- Está bien... volveré al puesto pero tú no vas a quedarte sola.- Se lo pensó un momento y dijo.- Te llevaré con un amigo.-

-¿Jack o Nate?-

-Ninguno- respondió Tom cogiéndola de la mano antes de echar a andar.- Pero si Nate te ha caído bien, éste también lo hará.-