Hola buscadores,
Ya sé lo que me vais a decir ¡Lo sé! Últimamente tengo el blog abandonado
y eso no puede ser. Os tengo ahí con la intriga de qué le pasó a la pobre
Nataly a lomos de ese caballo y con Tom desaparecido. Lo siento :( He estado ocupadilla
por casa, pero voy a intentar recuperar un ritmo más razonable para el blog.^^
Bueno, veamos... ¡Ah sí! Creo que lo último que pasó fue que dejamos a
Nataly... potando. ¡Uff! Seguro que os estaréis preguntando qué le pasó después
y si Nate tuvo o no el tacto suficiente como para no reírse de ella.
Pues se acabó la espera. Continuamos con Noches de Feria.
Por fin todo había dejado de dar vueltas. El
carrusel se había detenido y ella volvía a pisar tierra firme.
Nate la había ayudado a bajar y la había llevado
hasta la zona del carrusel más alejada del… lugar del incidente. Ahora se
encontraba sentada en el suelo, con las piernas estiradas sobre la tarima del
carrusel, sus pies quedaban justo debajo del trasero del caballo sin cabeza,
que había resultado ser real. Tenía los brazos cruzados sobre el vientre que la
había traicionado y el osito de peluche reposaba en su regazo dándole la
espalda como si se avergonzara de ella.
Todavía le dolían la cabeza y el cuello, pero ¿Qué
importaba eso ya? Cada vez que pensaba en el ridículo que acababa de hacer… Quería
cerrar los ojos y tal vez cuando los abriera, resultaría que todo había sido un
sueño y se encontraba al principio de ese fatídico día. Y de ser así… ¿Qué
haría diferente para que mejorara?
Para empezar, se marcharía de casa nada más abrir
los ojos por la mañana, huiría de todas esas personas con las que había estado,
creyendo que lo pasaría bien. Volvería a ese parque y buscaría a Tom, a Jack y
a Nate, pero esta vez no se pondría a llorar, ni se estrellaría con el coche y
sobre todo, no vomitaría en el carrusel.
-¡Ey Taly-Poty!- Nate apareció de pronto de la
nada con su sonrisa y al parecer, con un nuevo e interesante mote. Nada más
verle, tuvo que bajar la vista.
-Ni se te ocurra llamarme eso- le advirtió, sin
poder evitar cierto tono compungido en su voz, por lo que el chico se apiadó de
ella.
-Lo siento- Aunque era obvio que no. Se sentó a su
lado, deslizando también sus piernas, cuan largas eran, bajo el caballo
decapitado y le tendió una bolsa de plástico.- Te traigo toallitas húmedas y
una de esas bebidas asquerosas que te mandan en el médico cuando estás chungo
del estomago.-
Nataly alzó la mano para coger la bolsa, sin
mirarle.
-Gracias, Nate.-
Utilizó unas cuantas toallitas para eliminar los
restos de sudor que le quedaban por la frente y el cuello. Por suerte, no se
había manchado ¡Por una vez en su vida Nataly había tenido la adecuada
puntería! Después de librarse de esa desagradable sensación de pegajosidad,
casi se sintió mejor.
-Siento que hayas tenido que parar la atracción
por mi…- Nataly suspiró, incluso le costaba decirlo en voz alta.-… bueno, por
mi culpa.-
-No te preocupes ¡hasta me haces un favor!-
respondió él. Nataly casi se atragantó con el líquido de la botella al oír
eso.- Así puedo descansar un rato. Hoy ya he hecho más de lo que se espera de
mí.-
-Pero… habrá que limpiar “eso” y poner la
atracción en marcha de nuevo.-
-He mandado a Mico en busca de la fregona y el
cubo para que se ponga manos a la obra.-
<<Genial>> pensó Nataly. Ahora había
más gente implicada es ese escabroso asunto.
-Pobre chico…- se le escapó. De no haber estado
tan mareada se habría ofrecido a hacerlo ella misma, pero temía que sí se ponía
en pie habría el doble que limpiar.
-¿Pobre? Sí, quizás tengas razón- admitió Nate,
más razonable de lo que había sido hasta ahora y de lo que tenía pinta de ser
en realidad.- La verdad es que volver de un descanso y encontrarse con
semejante panorama…- Nataly se encogió sobre sí misma, en silencio pedía que la
tierra la tragara. Pero no pasó, claro, y tuvo que seguir escuchando lo que él
decía.-… Tenía un aspecto tan asqueroso ¡Uf! Ni siquiera puedo imaginar qué
habrás comido…-
-¡Basta! ¡Cállate! ¡No sigas hablando de eso!-
estalló Nataly sin poder resistirlo más, pero entonces Nate se echó a reír y
comprendió que se burlaba de ella.-Pero ¡Serás…!- le dijo mirándole fijamente y
pegándole con el osito en la cabeza. No porque fuera lo más blando que
encontró, sino porque era lo único que tenía a mano.- ¡Muy gracioso, Nate! ¡No
sabes lo mal que lo he pasado, idiota!-
-¿Por qué?- preguntó él cuando por fin pudo dejar
reír.- ¿Por vomitar delante de mí? ¡Vamos! ¡Esas cosas ocurren y no pasa nada!
¿Quién no ha vomitado en público alguna vez?-
-¡Pues yo, Nate, yo!- soltó Nataly.- Nunca había
vomitado delante de nadie… hasta ahora.- Él se encogió de hombros como si
siguiera ver que tenía de terrible.- ¿A ti te ha pasado alguna vez?-
-¿A mí? ¡Montones de veces!- le reveló con
increíble facilidad.- He vomitado delante de mis padres, de mis hermanos, de
mis compañeros de clase en un autobús bastante mal ventilado volviendo de una
excursión… Una vez se me cortó la digestión mientras entrenaba en el gimnasio y
por mucho que corrí no llegué a tiempo al cuarto de baño.-
Nataly le escuchó con la boca abierta,
literalmente. No porque le hubiera pasado todo eso, sino porque pudiera hablar
de ello con semejante tranquilidad.
-¿Y no te dio vergüenza?-
-No. Son cosas que pasan- respondió.- Aunque no
pude volver a aquel gimnasio. Ellos insistieron.-
Nataly no pudo aguantar sin echarse a reír después
de eso. Ese chico era algo… impresionante. ¿Cómo podía preocuparle tan poco
todo? Ni podía imaginar lo liberador que debía ser vivir sin estar pendiente de
lo que demás piensan de ti… quizás era ella, que se preocupaba demasiado. Nate
podría darle unas cuantas lecciones sobre como tomarse menos enserio la vida
antes de que acabara loca.
-¿Te sientes mejor?- Nataly apuró el contenido de
la botella y asintió, un poco más tranquila.-¡Genial! En cuanto Mico se deshaga
de las pruebas, nos pondremos en marcha de nuevo.- Se acercó a ella para darle
un suave codazo de complicidad.- Estas experiencias son las que realmente unen
a dos amigos ¡Y tendremos una anécdota genial para contar!-
Nataly dio un respingo.
-¿Anécdota?- repitió como si hubiera oído mal.-
Esto no es una anécdota, Nate. Es un secreto.- le aclaró agarrándole del
brazo.- No vamos a contarle a nadie esto. Lo que pasa en el carrusel, se queda
en el carrusel ¿Entendido?-
-Pero ¡¿No habíamos dicho que no pasaba nada?!-
-¡Hablo en serio Nate! ¡No puedes contárselo a
nadie! ¡Y mucho menos a Tom!- Nataly lo dijo sin pensar, pero Nate lo pilló al
vuelo.
-¿A Tom? ¿Y a que viene ese interés especial
porque no se entere de lo tuyo, Taly-Poty?-
-¡Deja de llamarme así!-
Nate pensaba seguir molestándola con su metedura
de pata, lo vio claro cuando sus ojos verdes brillaron con la malicia
encantadora típica de los niños que están a punto de hacer una travesura, pero
un fuerte alarido le detuvo.
Fue un grito tan desgarrador y grotesco que ambos
dieron un bote en el suelo, cosa que no le fue nada bien a la cabeza de Nataly.
Y miraron, por los huecos que quedaban libres entre las patas y las colas de
los caballos más allá, hacia la verja que rodeaba el carrusel. Vieron como ésta
se abría y una figura aparecía.
Por segunda vez, Nataly sintió miedo al ver cómo
se acercaba a ellos ese hombre. Bossy caminaba balanceando su barriga de un
lado a otro. Con los puños tan apretados que se le marcaban todas las venas de
los brazos en su pálida piel. Su rostro, por el contrario, estaba tan rojo que
parecía un enorme globo rojo inflado con una mueca de enfado dibujada.
Los chicos se miraron de forma fugaz pero a
ninguno le salió una simple palabra.
-¡¡TÚ!! ¡¡TÚ!! ¡¡TÚ!!- comenzó a gritarles.-¡¡TÚ
QUE ERES, SIN DUDA, EL MÁS HOLGAZAN, VAGO E IRRESPOSABLE DE ESE GRUPITO DE
ZOPENCOS QUE FORMAIS TUS AMIGUITOS Y TÚ!! ¡¡YA PUEDES TENER UNA BUENA
EXPLICACIÓN!!-
Nate se removió a su lado.
-Genial, sigo siendo su favorito- murmuró justo
antes de ponerse en pie y esbozar una sonrisa demasiado forzada.
-¡Hey, Mr. B! ¡Le veo genial esta noche! ¿Qué le
trae hasta mis domini… a esta bella atracción?-
Antes de que Nate diera un solo paso hacia él,
Bossy se plantó a ante ellos con tanta fiereza, que éste no se atrevió.
-¡Te he repetido un millón de veces que no llames
“Mr. B”!- fue lo primero que le gritó. Tras lo cual, levantó los brazos y se
puso a agitarlos con exageración fuera lo que fuera lo que intentaba indicar.
Por desgracia, Nate no lo entendió y eso le hizo desesperarse más aún.- ¡¡¿Qué
demonios ha pasado aquí?!! ¡¡¿Por qué está parada también esta atracción?!!
¡¡¿Y por qué le falta la cabeza a ese caballo?!!-
Nate soltó un resoplido haciendo gala de una
tranquilidad que podía ser real y también fingida.
-¡Vaya Mr. Bossy! ¿Por dónde puedo empezar?- sin
detenerse esperar, ya que su jefe no le iba a responder, Nate se pasó la mano
por el pelo mientras tenía el sentido común de pensar las palabras antes de
hablar.-Veamos… Yo me encontraba en mi puesto de trabajo cumpliendo con mis
obligaciones (y con las de Mico, porque se había largado a su descanso en ese
momento) cuando una de nuestras encantadoras clientas, de pronto, se mareó y
vomitó en mitad de uno de los viajes.-
Bossy estrechó los ojos.
-¡¿Pero quién diablos vomita en un carrusel?!-
Nataly desvió la vista y aún así sintió el momento
exacto en que la furiosa mirada de Bossy se clavó en ella, cuando Nate la
señaló casi de inmediato.
-Ella-
<<Gracias, Nate>> pensó con fastidio
mientras movía sus ojos hacia el hombre.
-Lo siento, Mr. Es que me sentía realmente mal, yo
no quería…- se detuvo al contemplar la expresión con que Bossy la miraba. ¡No
la recordaba! Aunque al menos le sonaba, porque tenía los ojos tan
entrecerrados que sólo veía una pequeña línea blanca entre los parpados. No
hacía ni hora que había pasado lo de los coches… Aunque, casi era mejor si no
lograba ubicarla.
-¡En fin!- dijo Nate retomando la conversación.-
Tuve que detener la atracción, como comprenderá, para evitar que aquello se extendiera…
y envié a Mico a por algo para limpiar la vomitona- <<Nate, voy a
matarte>> pensó Nataly.- Sólo he parado la atracción hasta que todo esté
solucionado, porque pensé que seguir en marcha con “eso” ahí no daría buena
imagen del parque.- Cogió aire para añadir.- De lo de la cabeza del caballo no
sé nada.-
Bossy sopesó las explicaciones que su empleado le
había ofrecido, por suerte ya parecía más tranquilo y tras unos minutos, acabó
sacudiendo la cabeza.
-Está bien- dijo finalmente.- Supongo que no quedaba
más remedio… ¡Pero en cuanto lo hayáis limpiado todo, quiero este trasto en
marcha de nuevo! ¡¿Entendido?!- Nate asintió.- No se te ocurra relajarte ni un
poquito, porque volveré a pasar por aquí y si no está todo como debe estar,
tendrás grandes problemas ¿Te queda claro?-
-A la orden- soltó Nate, quizás un pelín más
animado de lo que debería porque Bossy torció el morro.- Quiero decir que sí,
está todo claro.-
Bossy asintió pero antes de marcharse, lanzó una
última mirada a la chica como si no se hubiese rendido en su empeño por
descubrir quién era, pero no obtuvo éxito y acabó por irse.
Nate esperó a que se alejara lo suficiente para
dejarse caer sobre el lomo del caballo decapitado, sin fuerzas. Giró la cabeza
apoyando la barbilla sobre él y mostró a Nataly su radiante sonrisa, a lo que
ella respondió con una mueca.
-Recuérdame que nunca cometa un delito contigo- le
dijo, molesta.- ¡No has tardado ni dos segundos en venderme!-
-Pero porque sabía que no la tomaría contigo ¡Eres
una clienta de pago!-
-Pues no he pagado nada por subir aquí- repuso
ella.- Pensándolo bien, he hecho perder más dinero a esta feria de lo que me he
gastado en ella.-
-¡Parque!- exclamó Nate de improviso.- Esto es un
parque de atracciones, Taly. No lo llames feria, mucho menos si estás aquí.
Alguien se podría molestar.-
-¿Por qué?-
-Se trata de un tema delicado por aquí…-
Nataly prefirió no hacer más preguntas al respecto
y Nate se dejó caer a su lado una vez más.
Repasó todas las cosas que le habían pasado desde
que estaba allí y más bien fue como si recordara el argumento de una de esas
absurdas películas que emitían por la tarde en la televisión. Y no obstante,
allí estaba. Con su vestidito extendido sobre el suelo sucio del carrusel, con
un osito de peluche en las manos y… con Nate. Un chico de lo más peculiar pero
que, de nuevo le había ofrecido su ayuda de forma desinteresada sin que ella
supiera por qué. Otro chico más, genuinamente encantador (a su manera) al que
le había caído una bronca por su culpa.
-Tal vez debería irme- murmuró Nataly siguiendo el
hilo de sus cavilaciones silenciosas.
-¿Te refieres a irte a otra atracción?-
-No. A irme a casa.-
-¿Por qué?-
-Diría que ya he causado suficientes catástrofes
por una noche…-
-¡No te preocupes por eso!-
-No me preocupa lo que he hecho si no lo que
podría llegar a hacer- explicó Nataly.- ¿Qué más puede pasarme esta noche?-
Nate sonrió.
-¡Yo voto porque te quedes y lo descubramos!-
Nataly meneó la cabeza, como siempre ese chico no entendía lo serio que podía
ser.
-Tú tienes trabajo que hacer y no quiero causarle
más problemas a nadie.-
Lo cierto era que volver a su casa era lo último
que quería hacer. No estaba segura de lo tarde que sería, pero aún no era el
momento indicado para regresar.
-Tampoco hace falta que salgas corriendo Taly,
cosa que, por otro lado, no creo que seas capaz de hacer- En eso tenía bastante
razón.- No falta mucho para que nuestros turnos acaben por esta noche y después,
puedes venirte con nosotros a divertirte; si ya estás mejor para entonces,
claro.-
Nataly volvió la cabeza hacia él para mirarle
seriamente.
-¿En serio?- preguntó. Nate le devolvió la mirada,
confuso.- Después de todo lo que ha pasado ¿Tú querrías que fuera con
vosotros?-
-¿Bromeas? ¡Estoy deseando ver de lo que eres
capaz a partir de ahora!-
-Pues lo siento, pero no tengo pensado seguir
haciendo el ridículo ni provocando más accidentes.- le advirtió.
A pesar de eso, sintió una ligera emoción ante la
invitación. Significó mucho para ella, sobre todo después de lo que le había
pasado ese día con los que decían ser sus amigos.
De repente, el cielo nocturno tronó por encima de
sus cabezas, tan fuerte y repentino, que al principio Nataly ni siquiera supo
lo qué era. E igual de imprevisto fue el fuerte chaparrón que comenzó a caer
sobre el parque. Oyeron los gritos de sorpresa de la gente y los vieron salir
corriendo, abandonando su preciado puesto en las colas, en busca de un lugar
donde protegerse del agua.
Al poco tiempo, el resto de atracciones también se
detuvieron y los encargados de estas procedían a cubrirlas de algún modo para
que el aguacero que los atacaba no las estropeara demasiado.
Nate seguía tan tranquilo, viendo como el agua
empezaba a filtrarse en el carrusel.
-Mmmm… ¿No deberías hacer algo?- le preguntó, pero
él ni se inmutó.
-Si el agua se carga el motor podría conseguir un
par de semanas de vacaciones-
-¿Y no tendrás problemas?-
-No, no creo- respondió. Pero Nataly le miró
arqueando las cejas.-¡Pasará enseguida, Taly! ¡Estos chaparrones de verano no
duran nada!- pero el agua seguía cayendo, incrementando su intensidad a cada
instante y ella no cambió su expresión hasta que el chico resopló.- ¡Vale!
¡Está bien! ¡Iré a la taquilla a por la llave y cerraré este lugar hasta que
deje de llover! Me voy a empapar enterito ¿Contenta?- Nataly sonrió.- ¿Haces
esto para vengarte por lo de Bossy?-
-No sólo por eso- le contestó tras pensarlo un
poco.
Nate se puso en pie y escondió la cabeza bajó la
chaqueta.
-Tú espérame aquí, Taly-Poty-
Y antes de que ella tuviera la opción de
contestarle algo, saltó fuera del carrusel y desapareció corriendo a través de
la pared que formaba la lluvia.
“Taly-Poty”… sin conocer lo suficiente a Nate,
tuvo la certeza de que ese horrible mote la perseguiría siempre, si es que
seguía en contacto con Nate y los demás una vez terminara esa noche.
Por más que lo intentaba, no terminaba de
comprenderlo. Esos chicos parecían interesados en volver a verla, casi como si
ya la consideraran una verdadera amiga y no le cuadraba si tenía en cuenta cómo
se había comportado con ellos.
Nataly siempre había puesto un especial cuidado,
estando con otras personas, en lo que decía, en lo que hacía... tanto que
reconocía haberse sentido un poco contenida en algunas ocasiones. Siempre
pensando lo que iba a decir antes de hacerlo, midiendo sus actos y a pesar de
todo ese esfuerzo, nunca le pareció que fuera bastante.
Pero esa noche había sido todo lo contrario; los
pensamientos se le escapaban antes de decidir si quería decirlos y había hecho
cosas que jamás se le había ocurrido que podría hacer delante de nadie.
Nataly abrió más los ojos y la boca al darse
cuenta de algo: esa noche estaba siendo más ella misma que nunca. Y aún así,
había gustado a esos chicos.
Una revelación de semejante magnitud la dejó en
shock en unos instantes hasta que su cerebro comenzó a asimilarla. Pero algo la
distrajo. Oyó frente a ella un ruido, al otro lado de la capa de lluvia.
Levantó la vista, pero no vio nada. No era sólo la espesa pared de lluvia, sino
el resplandor amarillento de los focos del suelo que ascendía entre las gotas
con un brillo fantasmagórico. Y también el vapor. El suelo caliente desprendía
densas nubes de vapor que se elevaban, resplandecientes como la plata, de modo
que no se distinguía la nube de su simple sombra.
Se sintió tontamente atrapada. Y volvió a oír el
ruido, más cerca.
Con cierta dificultad, Nataly se agarró al lomo
del caballo descabezado y consiguió ponerse en pie. El mundo sólo se tambaleó
un poco y aunque tuvo que seguir apoyada, pensó esperanzada que empezaba a
recuperarse.
Ahora sí que veía una figura oscura que se recortaba a través de
la lluvia y el humo, bordeado sobre la luz como si fuera quien la desprendía.
-¿Nate?- preguntó Nataly.- ¿Eres tú?-
La figura se movió, y la luz se deslizó con él.
Atravesó la lluvia y se subió al carrusel, chorreando agua por todas partes.
-No- le dijo con una sonrisa.- Soy yo.-
¿Qué os ha parecido la actuación de Nate frente a Bossy? ¿Y quién será la
misteriosa figura que ha aparecido a través de la lluvia?
Nos vemos muy pronto buscadores, lo prometo.
Adiós^^